DEJA QUE TE ESUCHE
No tengas miedo, acércate. Tu mamá está tranquila. Toma su mano, y mírala. ¿Ya ves? Es ella... tu madre. Mírala fijamente de nuevo, aún está aquí. ¿Por qué tienes miedo mirarla? Tal vez no estás acostumbrada a ver a tu madre débil y frágil, pero ha llegado el momento que veas que ella también sufre. Ella ha pasado por mucho para que tú estés bien. Se quitó el pan de la boca por ti, y mil veces aceptó el sufrimiento antes que verte sufrir.
Ahora, ella necesita escuchar tu voz. ¿Tienes miedo llorar? ¡No importa! Recuerda que ella escuchó tu llanto desde que saliste de su vientre. Acuérdate que una madre siempre escucha. Dile que vas a estar bien. Dale permiso para que, por primera vez en su vida, busque lo que necesita. Dale permiso de que encuentre la paz. Ella te enseñó lo que significa amar y dar a los demás, y has visto cómo siempre ha pensado en ti antes que en ella. Ahora es tu turno de buscar lo mejor para tu madre. Llórale, besa su mano, toca su frente y dile, “Madre mía, te amo. Te voy a extrañar y me duele mucho aceptar que tu bienestar ya no es aquí. Te doy permiso de que encuentres la paz. Mil veces prefiero que estés en paz que verte sufrir. Yo estaré bien. Te amo, y quiero que no sufras.”
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