¡Aun cuando no tenía que hacerlo!

Mientras brindaba apoyo emocional y espiritual a una familia que acababa de perder a un ser querido, escuché una frase que me ha puesto a reflexionar desde el miércoles pasado. Es interesante que esta frase llegó a mis odios durante la Semana Santa, ya que me hizo profundizar en el amor de Dios a través de Jesús.

Poco después de haber fallecido la persona, la familia comenzó a compartir y recordar las grandes cosas que esta mujer hizo por ellos y por los demás. El amor tocaba sus corazones a través de este suceso, y el mismo amor los motiva a compartir entre risas, lágrimas y abrazos. Conforme pasaba el tiempo, más familiares llegaban para apoyarse y así se añadían a todas las expresiones de amor. Uno de los hijos de la difunta compartió cómo su madre criό a uno de los nietos, dándole todo lo necesario para crecer normalmente y en un hogar decente. Cuando este nieto llegó al cuarto para estar con su familia y ver a su abuela, se acercó a la cama y la miró con mucha ternura en medio de lágrimas. Cuando me acerqué para brindarle apoyo y decirle que había escuchado que ella lo había criado con amor, el nieto me contestó – ¡Sí! Aun cuando no tenía que hacerlo, ella lo hizo. Y esto me tocó el corazón. Vi sus lágrimas al platicarme la historia y salí del cuarto con mucho que pensar.

Esta convicción puede cambiar una vida, una comunidad y a nosotros mismos. Vivimos en una sociedad en la que nadie quiere amar de verdad. Exigimos cambio, pero no queremos comenzar nosotros. Queremos amar solo donde podamos recibir algo a cambio. Pienso en mi propia vida y en personas que me han brindado amor y apoyo, aun cuando no tienen que hacerlo. Sin embargo, toman esa decisión con confianza en que será benéfico. Las personas que me han apoyado y amado, aun cuando no tienen porqué hacerlo, lo han hecho incondicionalmente y con amor del bueno.

Aun cuando no tenemos que ser amables, especialmente cuando nos tratan mal, nuestra amabilidad puede hablar mucho sobre nuestra persona y ser medio de autorreflexión.
Aun cuando yo no tiré la basura, cuando me inclino a recogerla estoy valorando lo que Dios me regaló y la tierra donde vivo.
Aun cuando no tengo no me habló fulano en la calle, puedo yo iniciar la conversación en vez de hacerme el orgulloso, y así tal vez brindar apoyo en caso de que esa persona esté en medio de una batalla espiritual o emocional.
La lista puede seguir… pero, aunque no recordemos los momentos que pudimos hacer algo y no lo hicimos por alguna u otra razón, podemos comenzar hoy a hacer cosas con más amor y por amor. Hay muchas cosas que no tenemos que hacer, pero si tomamos la decisión de hacerlas, estamos amando auténticamente nuestro entorno – personas, el ambiente, nuestro trabajo, a nosotros mismos y a Dios.

Dios no tuvo que darnos los más precioso, a su hijo Jesús. ¡No tenía porqué! El único y verdadero motivo fue el amor (Juan 3, 16). Jesús pudo ignorar lo que Dios Padre pedía, pero en aun cuando había miedo, Jesús caminó hacia la cruz. Y aun cuando Dios no tenía que hacer todo esto, lo hizo, y por consecuencia nuestra vida tiene sentido.
Me tengo que proponer a hacer vivir la vida con amor y por amor. ¿Y tú?

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